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27.3.09

Late Night Tales


Acababa de llegar la primavera pero el viento invernal seguía azotando con dureza. La calle desierta dejaba a Bóreas correr a sus anchas. A su paso barría las pocas hojas amarillentas caídas de los árboles que aún quedaban por el suelo. El amable Céfiro aguardaba en casa, por temor a toparse con él.

Ya había caído la noche y Bóreas conducía con rabia. En el asiento del copiloto reposaba una botella a medias de Johnny Walker. En la parte trasera sonaban las botellas vacías que chocaban entre ellas tras cada pisotón al acelerador. Esa misma mañana había suplicado por Oritía. Bóreas, con la barbilla goteando whisky y la mirada fijada en el vacío, maldecía a las mujeres. Se había mostrado dulce y suave y había sido rechazado. Con cada rugido del motor de su BMW, Bóreas iba recobrando su temperamento habitual.

Cuando en la botella tan solo bailaban unas pocas gotas anaranjadas frenó bajo un portal. Aquí es donde sucedió el rapto de Oritía por Bóreas.

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