Jo, chicos. Que ilusión me ha hecho volver de México y encontrar que en la revista lamono han publicado una entrevista que me hicieron. No fue fácil. Este último mes he estado trabajando a 10.000km de mi casa y un día recibo una llamada de mi representante diciéndome que las chicas de lamono querían entrevistarme. Claro, yo no podía dejar el trabajo así sin más. Dije no podía. Que acababa de llegar a la tierra de los Mayas y que cómo iba ahora a volver a Barcelona.
Pero las chicas de lamono si quieren una cosa la consiguen y la misma tarde, como quien no quiere la cosa, despegué en una avioneta desde un triste aeropuerto en mitad del estado de Jalisco en dirección a las Azores. Qué tierra, chicos, las Azores. Todo verde. ¡Cómo se veía desde la avioneta! Me creía en Jurassic Park.
Pero las chicas de lamono si quieren una cosa la consiguen y la misma tarde, como quien no quiere la cosa, despegué en una avioneta desde un triste aeropuerto en mitad del estado de Jalisco en dirección a las Azores. Qué tierra, chicos, las Azores. Todo verde. ¡Cómo se veía desde la avioneta! Me creía en Jurassic Park.
No me hicieron esperar nada. Bajé, en mitad de un prado y me guiaron a una cabaña. Humilde por fuera y más humilde todavía por dentro. Al calor de una triste llama que bailaba en la chimenea me entrevistaron. Fue corto y breve pero pasional y desgarrado.
Desde entonces no soy el mismo. Todavía tengo un embrión de Triceratops en el congelador, por si alguien está interesado.
Aquí está el resultado.